Portada de La desterrada de Emilio Carballido |
¡Buenísimos días!
En la esfera de los lectores, he conocido un gran número de ellos (o ustedes) que no son de releer. Bueno, yo soy la Dama de la relectura, especialmente cuando se trata de libros infantiles (no puede ser de otro modo, no tengo remedio). El libro presente lo he leído al menos una vez al año desde que tenía 8 años y lo increíble es como un libro cuyas páginas y letras permanecen intactas al tiempo, te puede decir la forma en como has cambiado como persona, cuanto has sufrido, gozado, olvidado, aprendido, madurado o estancado.
Emilio Carballido estuvo presente en mis lecturas favoritas de niña (sus obras de teatro) y La desterrada fue una de las lecturas que me separaron de las fábulas y la magia, la reacción fue similar a cuando te enteras que los Reyes Magos siempre han sido tus papás: de la mano de Carballido no todo eran risas y animales parlanchines. Cada tanto, cuando leía La desterrada, descubría algo que no había notado la vez pasada; este año casi sabiéndolo de memoria, lo leí y se me salieron un par de lágrimas porque cada sustantivo y adjetivo escondían algo que afortunada o lamentablemente de niños no podemos ver.
La desterrada es un cuento de Emilio Carballido, escrito en 1956. La presente edición es del año 2000, el Gobierno del Distrito Federal (hoy Ciudad de México) lo publicó con unas fotografías muy surrealistas (¡qué inquietud me causaban cuando era niña!), la distribución fue gratuita y fue lanzada para un público infantil, que sí pero no: a La desterrada le pasa lo que a El principito o a Alicia..., lo leen los niños y lo sufren los adultos.
Fotografía de Marcos García para La desterrada. <<Era como el rugido del mar, y duraba hasta las once de la noche, a veces hasta más tarde. Abajo, se oían los gritos de los hijos del capitán, viendo la televisión, y por encima, cubriendo todo, ese constante ruido, como si una carretada de piedras rodara continuamente cuesta abajo, llena de ecos. De vez en cuando eran silbidos, un cielo entero de globos que se desinflaran de una vez.>>
Leonor, su hija Alma y sus nietos viven en la ciudad, aunque en realidad Leonor y su hija vienen de Ototitlán, un pueblo cerca del río Papaloapam (al sur de México). Deben acostumbrarse a los ruidos de la ciudad o a no tener ventanas o jardín en la vecindad donde viven.
Al niño más pequeño le gusta estar con su abuela, la ayuda a regar las innumerables plantas que tienen en los pasillos y balcones con mucho cuidado para no molestar a los vecinos con el goteo del agua; también le gusta que su abuela le cuente sus recuerdos de Ototitlán. Leonor habla durante horas, llena de recuerdos la mente de su nieto y ella vuelve a vivir.
Ilustración para La desterrada
de Juan Soriano.<<-Papaloapam quiere decir "río de las mariposas" -dijo la abuela alguna vez. Y él esperaba ver una corriente azul, llena con los vuelos multicolores de grandes animales.>>
A la primera oportunidad ambos visitan el pueblo para encontrar que todos los recuerdos de Leonor han sido vejados, que todo cambia, todo acaba y ella es demasiado vieja.
<<-¡Mira, hijito, el Papalopam!
Fotografía de Marcos García para La desterrada.
Cruzaban el puente muy despacio, oyendo el ruido seco y batiente de las ruedas. Con los ojos muy abiertos, el niño apenas podía ocultar su decepción:
-¿Y las mariposas? -preguntó.
Pero ella no lo oía, perdida en la corriente parduzca de sensaciones y recuerdos. El agua lenta era la misma, tal vez más angosta, o menos clara, pero era la misma.>>
Nadie menciona la frustración, se siente en la vista, en los oídos, en sentirse ajeno a su hogar y a la vez ajeno al presente. La desorientación y desasosiego de Leonor en Ototitlán no se mencionan tampoco y sin embargo se siente en el hueso.
Ilustración para La desterrada
de Juan Soriano.<<...el aire olía fuertemente a yerbas y el zumbido de las chicharras era tan constante que daba la ilusión del silencio. Con regularidad caían, como gotas calientes, las dos notas intermitentes de una tórtola.>>
¿Cómo pueden cambiar nuestros recuerdos al paso del tiempo? ¿Cómo es sentirse extranjero también en el pueblo que te vio nacer, crecer, casarte y tener hijos? ¿A dónde y a qué regresas cuando ya nada te pertenece y necesitas perseguir un poco de luz, agua y aire para vivir?
Fotografía de Marcos García para La desterrada. <<Por un instante, pensó en tantos recuerdos que había depositados en la pequeña cabeza. ¿Qué pasaría con ellos? ¿Qué valía un recuerdo, qué significaba?>>
En menos de 30 páginas, Leonor impregna el cuento con añoranza y ternura, los recuerdos de su juventud son cuidados al igual que sus plantas y flores: los saca, los limpia, los disfruta. Llena la mente de su nieto con historias de su juventud e incluso después de muchos años, llora con algún recuerdo doloroso. El viaje de regreso a Ototitlán se describe con crudeza, todos los cambios de despedazan las memorias, los árboles desaparecidos, el cambio de arquitecturas, las farolas en los parques, la presa que contiene al río, su casa tan vieja y descuidada y finalmente una tumba que anhelaba encontrar y que está desaparecida, esta última acción la recibe el lector como un golpe final.
A partir de este punto, Leonor comenzará a pensar en aquellos sitios donde ella ya no es bienvenida y a desprenderse de lo que la conformaba puesto que ya no queda nada de ello.
El final no tiene acciones, no hay un un giro inesperado, solo una resolución un tanto poética, escondida a la vista pero a la vez clara como el agua.
<<¿Cuánto dura una estrella?-Quien sabe, hijo.¿Y una planta? ¿Y uno?...>>
Ilustración para La desterrada de Juan Soriano. |
¿Para quién?
La desterrada la recomiendo a todo aquel que lea y que quiera conmoverse con la historia de una anciana que ha sido desterrada (precisamente) de todo lugar.
La presente edición fue pensada para un público infantil, punto en el que puedo y no estar de acuerdo: es disfrutable a partir de los 10 u 11 años dependiendo de muchos factores, pues no es una lectura fácil; lo interesante, como mencioné antes, es lo que cada persona puede entender . Básicamente, aunque el cuento sea corto, si el lector tiene hábito y capacidad suficiente de reflexión, no tendrá problema en la lectura, que guste o no, será un buen tema de conversación.
Fotografía de Marcos García para La desterrada. |
¿Quieres leerlo?
Este libro en la edición del Gobierno del Distrito Federal está extinto, sin embargo puedes encontrar el cuento completo tal como fue publicado por primera vez en la Revista de la Universidad de México. Lo puedes leer y descargar de forma legal y gratuita en el enlace que dejo a continuación:
Emilio Carballido. Fotografía de Gabriela Bautista. |
El autor
Emilio Carballido nació en Veracruz, México en 1925. Fue escritor y dramaturgo, estudió Literatura dramática y teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México, dio clases e impartió cursos en esta y en otras instituciones de México. Fue más conocido por su obra dramática y personalmente sólo he leído su obra infantil, además de Te juro Juana que tengo ganas (muy divertido). Falleció en el 2008 en su estado natal. Le gustaban los gatos, no puede ser malo.
El fotógrafo
Marcos García (1960), pasó su infancia en EUA vive en Guadalajara, México. Egresado de la ITESO y de la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara. Es compositor, fotógrafo y ha incursionado en múltiples proyectos multimedia relacionados con la música y la danza. Co director y músico del proyecto Pajaro de nube danza y música. Le gustan los perros y prepara su primer expresso a las 7am.
>La desterrada de Emilio Carballido
Fotografías de Marcos García
Páginas: 48
El fotógrafo
Marcos García (1960), pasó su infancia en EUA vive en Guadalajara, México. Egresado de la ITESO y de la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara. Es compositor, fotógrafo y ha incursionado en múltiples proyectos multimedia relacionados con la música y la danza. Co director y músico del proyecto Pajaro de nube danza y música. Le gustan los perros y prepara su primer expresso a las 7am.
>La desterrada de Emilio Carballido
Fotografías de Marcos García
Páginas: 48
Las fotografías pertenecen a Marcos García, fotógrafo mexicano, conoce su obra aquí.
Los dibujos pertenecen a Juan Soriano, artista plástico mexicano, conoce su obra aquí.
Vaya. Cuánta intensidad, para ser un cuento. Pero es una buena forma de ir despertando poco a poco. Pero lo voy a leer y después vuelvo y te comento. A ver qué tal. Para que lo leas todos los años algo tiene que tener.
ResponderEliminarBesos
O tal vez lo leo tanto por sentimental, jaja. Yo espero que al menos sientas que has leído algo que vale la pena recordar. ;) Un beso.
EliminarHola! vengo de la iniciativa Seamos seguidores, ya he dejado mi apoyo a tu hermoso blog, te dejo el link al mío! te espero por allí. Saludos. http://labibliotecadeflorencia.blogspot.com.ar/ y mi canal de youtube por si quieres darme tu apoyo por allí: https://www.youtube.com/channel/UC8Pvgtm9eGvN8nXjyCUZfHg .
ResponderEliminarQue lástima que este bello libro esté extinto, me encantaría poder leerlo, se ve muy interesante, y creo que me encantaría! Muy buena reseña. Saludos.
Hola Flor, ya te sigo ahora mismo, muchas gracias por quedarte en el blog. Si quieres echarle un ojo, ahí mismo en la reseña está el enlace de descarga gratuita y legal para que nadie nos detenga. ;) Un saludo.
Eliminar¡Hola, Sofia!
ResponderEliminarMe encanta lo que nos cuentas referente al publico al que va dirigido, y es que creo que hay lecturas que si bien se catalogan como infantiles es necesaria la supervision de un adulto para guiar por buen camino esa capacidad de reflexión que mencionas. Gracias por compartirnos esta historia.
¡Nos seguimos leyendo!
Exactamente, Sofi. Creo que es una lectura para despertar, no precisamente infantil pero no excluyente para ellos. Muchas gracias por tu valiosa visita. ;)
EliminarHola.
ResponderEliminar¡Qué bueno que disfrutes de hacer relecturas de tus libros favoritos! Yo a veces lo hago también, aunque no lo hago muy a menudo.
Gracias por la reseña y besotes. :D
Releer es un gran placer, no solo volver a vivir los momentos, a veces hay más hallazgos. :)
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